lunes, 25 de marzo de 2013

La Prehistoria, las TIC y mis hermanos

Por Nieves Castells
Al principio existían los dinosaurios, hasta que cayó un meteorito y los borró de la faz de la Tierra. Poco tiempo después, a finales de 1980 iba yo a un colegio muy moderno y, de repente, un año nos encontramos con que teníamos una asignatura nueva llamada Informática.  A partir de ese momento, a la tierna edad de 10 añitos, comenzaron a desarrollarse mis instintos asesinos hacia la informática, los ordenadores, y cualquier aparatejo que me llevara la contraria.
Las clases consistían en aprender cómo funcionaba un lenguaje de programación llamado LOGO, y para los cursos siguientes BASIC… sí, sí, he escrito “programación”… ¡con 10 años! Supongo que ahora entendéis el porqué de mi trauma. Tenía pesadillas con la tortuga de LOGO, porque yo le daba unas órdenes muy concretas pero luego ella hacía lo que le daba la gana. Los que ya tengan unos añitos sabrán de lo que estoy hablando.



Un tiempo después entró en casa nuestro primer ordenador… y digo “nuestro” porque lo tenía que compartir con mis dos hermanos, primos, amigos, vecinos… en fin, con todo quisqui. Era un Amstrad.

Todavía recuerdo su monocromática pantalla… azul. Con las letras amarillas. Con su panel protector que poníamos enganchado con una pinza sobre la pantalla para que no nos hiciera daño en los ojos. Con sus juegos de marcianitos verdes, zombis verdes, naves verdes, pelotas de tenis verdes… todo era verde, sí. Pero tenía un joystick, que era lo más de lo más. Aunque mis hermanos me lo escondían porque decían que me ponía muy nerviosa matando marcianitos y lo rompía. Mentirosos.




Tras aquel Amstrad, tuvimos un ordenador de última generación, el más moderno del mercado: un Pentium II ¡con Windows y todo! (Lo que no recuerdo es la versión de Windows… seguro que no la recuerdan ni los de Microsoft). Y con él, de nuevo mis instintos homicidas más sanguinarios se despertaron, y ante los gritos de mis hermanos cuando me entraban ganas de estampar el ratón, aprendí que había ciertas ventanas que no debía abrir, ciertas carpetas a las que no debía entrar y ciertos iconos que no debía tocar, borrar ni mirar si quiera. Y así, a base de gritos y desesperación aprendí a manejarme en este mundo de ceros y unos.


Después llegó Internet, los móviles… El primero que tuve fue un Alcatel que era como un zapato del 45, allá por el año 96.


Y más tarde ya vinieron ordenadores más modernos, los cds y dvds, los portátiles, la tablet, el ebook reader y mi última adquisición: un netbook para llevármelo a la Universidad.
Tras este viaje por mi infancia y adolescencia podría afirmar que sí, soy una inmigrante digital, pero he tenido que evolucionar a la par que “lo digital”, así que ¿quién es más inmigrante? ¿El que lo ha visto crecer y desarrollarse desde la nada? ¿O el que ha nacido y ya se lo ha encontardo todo hecho?

Actualmente soy usuaria de:
Las redes sociales típicas: Facebook y Twitter (lo tengo abandonado pero volveré).




Linkedin: red social para contactos profesionales y búsqueda de empleo.



Meetinarts: Igual que Linkedin pero sólo del mundo del arte (bailarines, actores, músicos, etc.)



Pinterest, Instagram y Flickr: redes sociales de fotografía.






Exploradores: Mozilla Firefox e Internet Explorer (sí, soy una antigua pero me resisto a abandonarlo)




Cuentas de correo: Gmail y Hotmail.



El paquete de Office: sobre todo Word, PowerPoint, Excel y Publisher.



Youtube y Vimeo: gestores de vídeo.



Dropbox: almacenamiento virtual.


Skype, Viber y Whatsapp: chats y videollamadas.




El paquete de Adobe: sobre todo Bridge, Camera Raw y Photoshop CS6 (retoque fotográfico), Premiere Pro (montaje de video), Illustrator (diseño gráfico. Este lo utilizo muy poco) y Adobe Encore (creación de dvds).

2 comentarios:

  1. ¿LOGO? ¿Amstrad? Me suena completamente a chino. Con esa infancia se podría decir que eres más nativa que inmigrante. ¡Me he reído mucho con tu entrada!

    ResponderEliminar
  2. ¡Hey, mi primo me legó un Amstrad! Olvidas mentar su característica más chocante para los más jovenzuelos... ¡era de cassette!

    Antes de que mi hermano lo canibalizara, yo también le pillé manía. Y es normal, porque cualquier hacer cosa con él era un suplicio.

    ResponderEliminar