De todos es sabido que la familia tiene y debe tener un importante
papel en la educación de los más pequeños pero, en los últimos años, los progenitores
descuidan una de sus principales tareas: colaborar con los profesionales de la
enseñanza para educar a sus hijos.
Por este motivo, las escuelas e
institutos han quedado destinados a ser los únicos lugares en los cuales los
niños se forman para ser futuros ciudadanos, es decir, además de acceder al
mundo del conocimiento a través de las explicaciones de los profesores de las
distintas asignaturas, también aprenden los valores que se han de tener en
cualquier sociedad.
Lo que pretendemos a través de
nuestro trabajo es plantearnos posibles soluciones a este problema que inunda
las aulas españolas, el cual puede ser una posible causa de los resultados
negativos en lo que se refiere a las tasas de abandono escolar.
Consideramos que los padres
deberían cambiar su actitud con respecto a sus descendientes desde que éstos
son pequeños, dedicándoles tiempo e implicándose en el proceso educativo porque
la labor que realizan los profesionales de la enseñanza es insuficiente.
Por ejemplo, sería recomendable
que padres e hijos compartieran 20-30 minutos diarios a la lectura de cuentos
(cuando aún no saben leer), a escuchar la evolución de los niños en comprensión
lectora, a interesarse por las tareas y deberes que tienen que hacer en casa,
etc. Además, si tenemos en cuenta la efervescencia de las nuevas tecnologías,
estas iniciativas favorecerán el desarrollo de varios conocimientos a la vez.
Resumiendo, aunque la realidad
señala que muchos padres desisten de este principio porque creen que evitando
la supervisión de los estudios se establecerá una mejor relación con los
adolescentes, creemos que es fundamental que sepan establecer los límites
porque no por ser más permisivo se es mejor padre.
Palabras clave: familia, educación, soluciones, actitud, hijos.
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